El Deseo

El deseo es algo intimamente ligado a la expresión sexual y vital.

El deseo es un impulso inherente al ser humano, sin embargo, ha sido ampliamente temido regulado y castrado en todas las organizaciones sociales ya que conlleva un acto de gran libertad e individualidad. Así surge la represión o intento de supresión del deseo en casi todas las culturas, identificando el deseo con una esclavitud del instinto.

Pero el deseo viene implícito con la vida, ya que nos mantenemos con vida por «deseo de estar vivos», así que intentar erradicar el deseo conlleva una gran contradicción en el ser humano que le hace desarrollar amplios tipos de neurosis.

El deseo mal entendido conlleva sufrimiento, ya que como afirman los budistas, el deseo como apego nos lleva a un estado de ansiedad y sufrimiento y hacia los demás se torna en egoísmo, cuestión muy castigada en tradiciones como el cristianismo. Sin embargo, la supresión o represión de éste no es la solución ya que conlleva un sufrimiento aún mayor.

El deseo bien entendido no responde a un apego, es una expresión de amor, de comunión con lo que se desea y es un acto de libertad. Si somos capaces de desidentificar el deseo con la posesión, entraremos en una definición mucho mas rica y sana de deseo.

Estudios recientes como los de Eduardo Punset, afirman que la fuente de la felicidad es el deseo en si mismo, no la obtención de lo deseado.

Así en la sexualidad, si somos capaces de desarrollar el deseo pleno, la capacidad de desear sin retener, sin posesión, sin celos y sin miedo podemos adentrarnos en una parte muy profunda de nuestra identidad sexual.